Ejército mexicano adopta internet de Starlink mientras SpaceX enfrenta críticas por impacto ambiental

La Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) anunció la adquisición de 263 terminales de internet satelital Starlink, con servicio empresarial por un año incluido, como parte de una estrategia para fortalecer su red de comunicaciones internas. El proveedor del servicio es la empresa de Elon Musk, que opera miles de satélites de órbita baja a través de su firma SpaceX.

Actualmente, la red telefónica interna del Ejército opera mediante el satélite Morelos 3, lanzado en octubre de 2015 y propiedad del gobierno mexicano. Sin embargo, la llegada de Starlink promete una conexión más rápida y estable a través de una constelación de aproximadamente 7,900 satélites que orbitan a 500 kilómetros de la Tierra.

Proceso de licitación lento y competitivo

La licitación para adquirir este sistema de internet satelital comenzó el 26 de mayo, y hasta el 4 de julio, ocho empresas distribuidoras autorizadas de Starlink habían presentado cotizaciones para un plan de datos de un terabyte. Las propuestas oscilan entre 13.7 y 30.6 millones de pesos, es decir, entre 700 mil y 1.5 millones de dólares.

A pesar del interés, el proceso ha sido lento. Las empresas participantes solicitaron una prórroga debido a la falta de equipos disponibles para cumplir con los requerimientos de Sedena. Por ello, el fallo de la licitación se pospuso hasta el 1 de agosto.

SpaceX bajo presión: ¿causan sismos sus lanzamientos?

Mientras el gobierno mexicano apuesta por la tecnología de Musk, organizaciones ambientales han alzado la voz contra SpaceX, acusando a sus lanzamientos desde Boca Chica, Texas —a pocos kilómetros de la frontera con México— de estar relacionados con un aumento en la actividad sísmica en los estados de Tamaulipas y Nuevo León.

“De forma no oficial, se ha empezado a vincular la actividad sísmica reciente con las explosiones, vibraciones y despegues de cohetes de la base de SpaceX”, advirtió Jesús Elías Ibarra, representante de la organización Conibio Global, dedicada a la investigación y conservación de la biodiversidad marina.

Aunque aún no existen estudios concluyentes, Ibarra señala que la frecuencia de temblores en municipios fronterizos ha aumentado desde que comenzaron las pruebas y lanzamientos de cohetes en Texas.

Fragmentos de cohetes y daños a la fauna marina

La situación se agrava con reportes sobre el impacto ambiental de la explosión de un cohete Starship en mayo pasado, cuyos fragmentos habrían caído frente a la costa de Matamoros, Tamaulipas. Ambientalistas aseguran que los restos metálicos afectaron el turismo y provocaron la muerte de entre 500 y 600 tortugas marinas, especie protegida que anida en las playas del Golfo de México.

A pesar de estos señalamientos, autoridades locales insisten en que no hay riesgo para la población. La Comisión Estatal para la Protección contra Riesgos Sanitarios aseguró que las playas —incluida la popular Playa Bagdad— están libres de contaminación y son seguras para turistas.

Conectividad vs. conservación

Mientras el gobierno mexicano se prepara para concretar su contrato con Starlink, el caso refleja el dilema entre el impulso tecnológico y la responsabilidad ambiental. Por un lado, el Ejército mejorará su capacidad de comunicación con tecnología de punta; por el otro, crecen las críticas sobre los efectos de las operaciones de SpaceX en ecosistemas fronterizos.

Con la decisión final prevista para el 1 de agosto, el desenlace del contrato podría marcar un precedente en la relación entre México y las empresas tecnológicas que, como las de Musk, operan más allá de las fronteras físicas… pero no de sus consecuencias.

Scroll al inicio