Contrabando de combustible erosiona las finanzas de Pemex

Petróleos Mexicanos (Pemex), la empresa petrolera más endeudada del mundo, enfrenta un golpe constante a sus ya frágiles finanzas: el contrabando de combustible.

El punto de inflexión llegó en 2016, cuando la Reforma Energética del presidente Enrique Peña Nieto abrió la puerta a las importaciones privadas de gasolina y diésel. Ese cambio legal, lejos de dinamizar el mercado bajo reglas claras, fue aprovechado por redes criminales. A través de empresas fantasmas, documentos apócrifos y sobornos, introdujeron combustible importado disfrazado de producto local, eludiendo impuestos y distorsionando precios.

“Cuando traen el combustible a México, lo venden a precios mucho más bajos,” explica el experto en energía Gonzalo Monroy. “No solo evaden impuestos; practican competencia desleal.” Un recorrido por estaciones informales confirma precios de Magna y Premium hasta 30% por debajo de las tarifas oficiales, una señal clara de mercado ilegal.

El impacto en Pemex ha sido dramático. En 2017, vendía 660,000 barriles diarios de gasolina Magna; en 2024 esa cifra cayó a 525,000. El diésel no se salvó: pasó de 317,000 a 255,000 barriles diarios, una reducción del 20%. Según estimaciones de analistas, Pemex y los cinco importadores autorizados deberían haber comercializado al menos 30% más volumen. En términos económicos, la estatal dejó de percibir cerca de 199,000 millones de pesos solo en 2024 —casi la mitad de su deuda con proveedores.

José Manuel Sánchez Rojo, vicepresidente de ONEXPO Puebla, organización que agrupa a estaciones que operan legalmente, subraya el efecto: “Está frenando las ventas de Pemex y nos perjudica a nosotros, que cumplimos con la ley y pagamos impuestos.”

El fenómeno no se limita a la importación. Según la DEA, seis cárteles de la droga participan en redes de robo y contrabando de combustible. Operan más de 20,000 “patios clandestinos” en todo el país, donde mezclan el producto contrabandeado con solventes y otros químicos para maximizar ganancias antes de distribuirlo. “Ahí transfieren las pipas, las cargan y las venden”, detalla Sánchez Rojo.

Un factor adicional es la evolución del parque vehicular. Aunque los autos nuevos consumen casi la mitad de combustible que los modelos más antiguos, apenas representan 1.4 millones de las más de 50 millones de unidades registradas en México. Los vehículos eléctricos e híbridos suman solo 232,000. “Aun con más autos en circulación, la demanda por litro no crece”, señala el analista Ramses Pech. El precio sigue siendo el factor decisivo para el usuario promedio.

Para intentar contener la crisis, el gobierno federal destinó en el presupuesto 2025 miles de millones de pesos en financiamiento a Pemex, con la finalidad de cubrir compromisos de proveedores y sostener la operación de refinerías. Sin embargo, los expertos advierten que inyecciones de capital no bastan mientras el mercado clandestino siga socavando la competitividad.

La producción de Petróleos Mexicanos se encuentra en su punto más bajo en cuatro décadas. Con refinerías trabajando por debajo de su capacidad y sin un plan efectivo de combate al contrabando, el riesgo para la seguridad energética del país se agrava. Hasta que no se desmantelen las cadenas de corrupción y se refuercen los controles aduaneros, Pemex seguirá pagando el precio de un trasvase millonario de combustible hacia manos criminales.

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